Miércoles de ceniza

Pan de cenizas

 

March 5, 2025

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Comentario del San Mateo 6:1-6, 16-21



Allí está, sentado un poco más arriba que el resto de las personas que fueron a oírle. Y va pasando de tema en tema. Habla de las dichas en medio de las desdichas, de cosas simples como la sal y la luz y de cosas profundas como la muerte y el adulterio, el amor a los enemigos y la venganza, la oración y las acciones que honran la vida de las personas de fe.

Y aquí, en este pasaje que se nos ofrece para meditar al inicio de la Cuaresma, el maestro palestino1 nos invita a la coherencia entre la fe proclamada y las actitudes de la vida cotidiana. Casi podrían considerarse las expresiones en este pasaje con las frases previas en el capítulo 5, donde Jesús dice: “Oísteis… Pero yo os digo…” Es decir, se contrapone la repetición de un mero ritual que aparenta piedad, consagración y penitencia como la exaltación de una supuesta virtud espiritual al sentido verdadero de una fe solidaria, comprometida y congruente con lo que la divinidad espera de las personas.

Esto se torna sumamente pertinente para plantearnos cómo preparar los mensajes de cada semana en nuestros espacios celebrativos y, sobre todo, nuestras liturgias. ¿Qué acciones simbólicas podemos implementar para acercar nuestra vivencia de la fe a un seguimiento consecuente del Jesús de los evangelios?

El miércoles de cenizas resulta particularmente desafiante en ese sentido. ¿Por qué? Porque en muchas ocasiones solo se convierte en una jornada cargada de un sentido penitencial, de mucho silencio, de palabras grises y de una teología de la culpa que está lejos de la propuesta del texto de Mateo que hemos leído. En este pasaje, Jesús invita a acciones concretas y transformadoras de la realidad:

  • Invita a realizar buenas acciones.
  • Llama a ayudar a las personas necesitadas (dos veces).
  • Apela a una espiritualidad sostenida en la oración.
  • Convoca a una vida solidaria desde la humildad.
  • Desafía a vivir la fe con alegría.
  • Propone el ayuno y, si bien no se hace explícito, por lo que sabemos de otros textos que refieren al tema, ese ayuno está en línea con Isaías 58.2
  • Requiere el uso juicioso de los bienes materiales. Y, si leemos en contexto esos versículos específicos, no puede sino ser un llamado al compartir solidario.

Entonces, al pensar en una aplicación de este pasaje para dar sentido al comienzo del ciclo cuaresmal, sería muy oportuno asociar las cenizas a un recordatorio de los dolores de un mundo lastimado por la violencia de la injusticia. Y pedir, desde la fe en el resucitado (porque no nos es posible transitar la Cuaresma sino desde esa certeza de la vida resucitada), que ya no tengamos que aceptar una realidad que sea como “ceniza a manera de pan” (Salmo 102:9), sino que podamos alimentarnos todos y todas del “pan nuestro de cada día.”

Hay que salir de la lógica penitencial y triste de este ciclo que se abre hoy. Y utilizar la oportunidad para animar el compromiso de la comunidad en la búsqueda de una sociedad donde la inclusión, la solidaridad, la mesa compartida, el abrazo, la esperanza, la búsqueda de la equidad, el respeto por los derechos humanos sean parte esencial de nuestro “ayuno” evangélico.

Bien nos recuerda el pastor Guido Bello que “en las primeras comunidades no hubo ningún signo de desgarramiento como el cubrirse de cenizas, ni en el culto ni en la vida cotidiana. Predominó la alegría de la nueva salvación, el amor fraternal y sororal en la comunidad creyente, y hasta la entrega a la muerte alabando a Dios en medio de las persecuciones de los primeros siglos. Siendo la fe evangélica una experiencia de perdón gratuito, no hubo liturgias ‘penitenciales’ morbosas o masoquistas. Recién cuando empieza la jerarquización de las iglesias y, peor, cuando sobreviene la alianza con el Imperio, con Constantino, cuando la iglesia perseguida empieza a ser perseguidora, se echan las bases de lo que mil años más tarde iba a ser la Inquisición. La confesión personal y mutua y comunitaria se transforma en penitencia, y el acompañamiento pastoral se transforma, con el confesionario, en una terrible herramienta de acusación y de control de mentes y de conciencias.” Eran tiempos, sigue diciendo Guido Bello, en que la fe se hacía “más ceniza que óleo de alegría.”3

Parafraseando a Abraham, también hoy: Aunque somos “polvo y cenizas,” nos atrevemos a hablar con Dios (Génesis 18:27) para interceder por el sufrimiento del mundo, para apelar a la misericordia divina, para clamar por un amor transformador de las realidades de muerte, para reconocernos como comunidades de resistencia a toda forma de opresión, desprecio por la vida, exclusión, individualismos, avaricia y cualquier pecado que desconozca el propósito divino de la salvación colectiva.

Si se opta por la imposición de cenizas, que sea de manera creativa y no clericalizada. Que la misma comunidad asuma el rol protagónico y con gestos espontáneos y palabras frescas haga de esas cenizas un pacto por la vida, por la justicia, por el cuidado mutuo y por el cuidado de toda la creación de Dios, que se quema en los altares de la ambición y del egoísmo. Que no sea un ritual vacío en el marco de un intimista momento de penitencia personal, sino en el contexto del inicio de un camino de compromiso comunitario por la plenitud de la vida para todas las hijas y los hijos de Dios.

Pan de cenizas

“En vez de pan, como ceniza;
en mi bebida se mezclan mis lágrimas…” (Salmo 102:9, DHH)

Pan de cenizas, vino de lágrimas,
el sufrimiento y la injusticia
ofenden y lastiman la vida,
condenándola al escándalo del gris
de las gentes pobres, violentadas,
excluidas, abandonadas, olvidadas
por los sistemas de muerte
que solo hornean pan
para quienes son parte del selecto club
de los privilegiados y las privilegiadas.

Pan de cenizas, vino de lágrimas,
la consecuencia de un mundo
que se ha acostumbrado
al absurdo del hambre y de la sed,
de la muerte por enfermedades prevenibles,
del desempleo, de la trata,
de la condena fácil y del prejuicio,
de los derechos mutilados
y de los sueños encarcelados
en las prisiones construidas
por mercaderes del Mammon,
por adoradores de la mentira,
por esbirros y esbirras del odio.

Ya no queremos pan de cenizas, buen Dios,
ni copas rebosantes de lágrimas
ni sermones que llamen a la paciencia
ni teologías que sostengan el statu quo
ni canciones que anuncien glorias futuras
ni oraciones prefabricadas
ni palmadas de ocasión en el hombro
ni limosnas que solo lavan conciencias
ni iglesias de membresías insensibles
ni evangelios evangelizados por el mercado
ni coaching meritocrático disfrazado de fe
ni ritos fríos y vacíos de la pasión liberadora
que hace al proyecto salvífico de Jesús.

Danos pan del bueno, Dios de los trigales,
de ese que se amasa desde la esperanza
y que tiene el aroma de la solidaridad
y que se hace grande al compartirlo.
Danos del vino generoso, Dios de las vides,
de ese que desborda de tu gracia
y que al pasar de mano en mano
contagia amores y abre rumbos
hacia jornadas de mesas plenas
y de calidez humana
y de risas y de abundancia.

Les comparto también una canción que podría acompañar un tiempo de certeza sobre la cercanía de una divinidad que “siempre está allí” regalándonos su paz. Siempre estás allí: https://youtu.be/qwXq-x7NHLs?si=gDmy0-s6qz5WGWC-


Notas

  1. Me doy esta licencia por considerar que la tierra en la que ejerció su ministerio Jesús fue tierra de filisteos (uno de los posibles orígenes etimológicos de la palabra “palestina”) y porque hoy el pueblo palestino merece ser reivindicado como el pueblo sufrido al que Dios elegiría enviar a Jesús para compartir sus buenas noticias de liberación y de vida en abundancia.
  2. Cf. Lucas 4:17-21.
  3. En “RECURSOS LITÚRGICOS Y PASTORALES Adviento, Navidad, Epifanía y Cuaresma – Diciembre 2023-Febrero 2024 – Ciclo B,” accesibles aquí: https://redcrearte.org.ar/recursos-liturgicos-y-pastorales-de-adviento-a-cuaresma-dic-2023-feb-2024/.