Lectionary Commentaries for February 16, 2025
Sexto domingo después de Epifanía

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Evangelio

Comentario del San Lucas 6:17-26

Gerardo Oberman

El Lucas que estamos leyendo es el Lucas que, desde el inicio mismo de su versión del evangelio, anuncia con absoluta claridad el plan salvífico de Dios en el cántico de María, el Magnificat. Es quien pone en escena a los pastores como receptores privilegiados del anuncio de la llegada del Mesías, quien reconoce la imprescindible participación de las mujeres para que la vida dé un salto hacia la libertad y la plenitud. Es el mismo Lucas que pone en boca de Jesús las viejas profecías anunciadas por Isaías, que se convierten en estandarte de su misión. Es el mismo Lucas que cuestiona una ley sin alma, el que reivindica el derecho al alimento cuando hay hambre, el que desenmascara la hipocresía de una religión de la mera apariencia, el que invita a sostener la vida sobre fundamentos sólidos y estables.

Es el Lucas erudito, el del mejor griego de todo el Nuevo Testamento, pero es a la vez el más sensible, el que recuerda a quienes se sumergen en la lectura de su texto que la gracia de la divinidad no tiene fronteras. Esa apertura del amor divino no se encuentra en Mateo, por ejemplo. En aquella otra versión del evangelio, cuya población destinataria era mayormente judía, Jesús no autoriza a sus discípulos a ir a Samaria ni a los paganos. Lucas omite esa restricción y en más de una ocasión muestra a Jesús cruzando los límites de una religión que se había tornado exclusivista. “Hasta lo último de la tierra,” afirmaría Lucas que dijo Jesús.1

El Lucas que leemos y que nos invita a la reflexión permanente es el Lucas que manifiesta el lugar especial de las personas excluidas de toda dignidad en el proyecto del mundo nuevo que Jesús viene a proponer a la humanidad. Personas pobres, enfermas, viudas, extranjeras adquieren un sitio privilegiado en el mensaje evangélico. ¡Qué tremendo contraste con aquello que estamos viendo suceder en nuestros entornos en este tiempo en el que el odio y la falta de empatía están conmoviendo nuestro sentido de humanidad!

Este Lucas que nos invita a recorrer el camino y las enseñanzas de Jesús no lo conoció en persona, como los otros tres evangelistas. Dicen que fue compañero o discípulo de Pablo y que conoció acerca de la vida y ministerio del maestro palestino a través de él. Sin embargo, su manera de relatar las historias nos presenta a Jesús como si Lucas mismo hubiese sido testigo privilegiado de esos momentos. Es como si nos diera la oportunidad, como lectores y lectoras, de estar participando de cada escena.

Y es, por último, el Lucas que le hace espacio a la poesía. Y es tal vez por esa razón en particular que me enamora tanto. El ya mencionado Magnificat de María, el Benedictus de Zacarías, el Gloria in Excelsis interpretado por los ángeles en su encuentro con los pastores, el Nunc Dimitis de Simeón son expresiones poéticas preciosas que destacan por sobre los textos narrativos. La poesía es un precioso recurso de resistencia ante los avances de narrativas autoritarias y prepotentes.

Respecto del pasaje que nos ocupa, Jesús “descendió” del cerro (a diferencia de Mateo, donde las llamadas Bienaventuranzas se comparten desde un monte), volviendo a poner de relieve esta noción de un Mesías cercano a la gente, al nivel de quienes son las personas privilegiadas en el corazón de Dios: todas aquellas que buscaban un toque de sanidad, de reconocimiento, de liberación, de gracia. Y es en ese contexto que, de pronto, vuelve la mirada hacia sus discípulos, recientemente convocados a la misión,2 y a ellos les comparte estas palabras que ponen en contraste la dicha y la desdicha desde la perspectiva mesiánica. Las oposiciones son claras:

pobreza (exclusión: ptóchos)vs. riqueza
hambrevs. saciedad
llantovs. risa
odio (perseguir: miseó)vs. alabanza (hablar bien)

 

Sin embargo, aunque estas oposiciones guardan mucha relación con el Magnificat y con otros pasajes lucanos, lo que se propone no es tumbar la mesa y simplemente dar vueltas las cosas y que los personajes cambien de roles. No. Lo que se propone, lo que se busca visibilizar con estas afirmaciones es un cambio de sistema. Lo que las mismas escrituras dan en llamar “reino de Dios” es un nuevo orden, una nueva manera de construir las relaciones humanas, un tiempo en el que la justicia será la norma.

“Para Lucas, Jesús es la visita de Dios que sitúa a las personas ante la elección de bendición o maldición: ‘Dichosos vosotros, los pobres’ y ‘¡Ay de vosotros, los ricos!’ Pero el pueblo no reconoció la visita de Dios.”3

En nuestros propios contextos, donde la vulnerabilidad social y la exclusión, la marginación y sus consecuencias de llanto, desprecio, hambre, migración forzada, dolor y hasta muerte son pan cotidiano, ¿a qué nos desafían estas palabras de Jesús? ¿De qué modo somos convocados y convocadas a construir la misión de nuestras comunidades de fe? ¿Cómo mantener vivo un espíritu de gozo esperanzado en medio de tanto desprecio por la vida y la dignidad de las personas y de los pueblos?

En la reflexión comunitaria, estas preguntas deben ser centrales. Para así redescubrir y reactualizar el plan salvífico que nos propone el evangelio de Lucas para nuestro aquí y ahora.

Buenas venturas

Benditas las personas
a las que las puertas del reino
les son abiertas de par en par
porque en su pobreza
han sabido hacer realidad
el proyecto solidario de Jesús.

Benditas porque entendieron
aquello del “pan nuestro.”

Benditas porque viven
en mundos sin puertas ni techos
pero, a la vez, sin muros ni exclusiones.

Benditas las personas
que tienen hambre y que,
desde ese lugar de insatisfacción,
reclaman, resisten, marchan, protestan
ante las injusticias de un mundo cruel y perverso.

En su búsqueda de dignidad y equidad
serán saciadas por la gracia de un Dios
que ha elegido caminar de su lado.

Benditas las personas
que lloran los dolores
que duelen a sus prójimos y prójimas
y que, aun en su propia angustia,
han aprendido a sonreír y a cantar,
a abrazar y a cuidarse unas a otras.

Benditas las personas
insultadas y perseguidas por compartir
el mensaje liberador e inclusivo de Jesús.
¡Hay insultos que son un maravilloso regalo!

Benditas las personas
cuya riqueza no es poseer
sino saber compartir, extender la mesa,
hacer más grandes los espacios,
construir puentes, y sembrar flores en las grietas.

Benditas las personas
que aprendieron a reír,
que descubrieron la belleza en las cosas simples,
que no conocen el rencor
y que duermen plácidamente.

Y ay de las otras,
porque su felicidad tiene los días contados.

Les dejo, además, el enlace a una canción inspirada en las Bienaventuranzas que tal vez ayude a acompañar la liturgia de este domingo particular:
Dichosa la gente, https://youtu.be/-iccAZPWsDA?si=vis95geb-EqDZ3Tu


Notas

  1. Hechos 1:8. Recordemos que el libro de los Hechos de los Apóstoles es la continuidad del Evangelio que nos ocupa.
  2. Lucas 6:12–16.
  3. Carlos Mesters y Mercedes Lopes, Querido Teófilo, encuentros bíblicos sobre el evangelio de Lucas, Verbo Divino, 2000, 74.