Esta segunda parte de la ilustración acerca de la vid se enfoca en los frutos de la fe. El v. 9 dice: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.” La única forma de dar mucho fruto es estar conectados a la vid. El versículo 12 dice: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.” Como en el capítulo 13, Jesús les vuelve a decir que se amen con el amor ágape. Reflexionando sobre la imagen de la vid y sus ramas, podemos decir que los frutos tienen que ser evidentes en la vida del creyente de manera individual y en comunidad. El amor ágape es la estructura de esta conexión. Cuanto más fuerte sea el amor ágape entre Jesús y los/as creyentes, más fuerte es el amor ágape entre los/as creyentes. Y más frutos de compasión y amor al prójimo se verán en la vida práctica de las personas creyentes. Note quien predique que no es una rama, sino que son muchas ramas, y eso implica el trabajo en conjunto y en comunidad. Pero todos/as los/as miembros de la comunidad somos sostenidos/as y nutridos/as por la vid que es Jesús.
El texto concluye con estas palabras en el v. 16: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto.” Roger Fredrickson, al analizar este versículo, explica: “La iniciativa es de Jesús. Jesús les ha llamado, entrenado y preparado para ir y dar mucho fruto… y estos discípulos se unirán a través de estos frutos y permanecerán a través del mundo.”1
Cuando estuve en mi año de misión en Perú en el año 2021, tuve la oportunidad de acompañar a una iglesia pequeña en Ayacucho. Es una congregación que habla quechua y todos los domingos recitan este texto de Juan 15:16 como su lema para compartir el amor de Dios con la comunidad. Todavía recuerdo como si fuera ayer la pasión con que adoraban a Dios y su deseo ferviente de dar mucho fruto en sus vidas y testimonio ante sus vecinos y personas de la comunidad. Esta iglesia, aunque tiene un edificio pequeño y todavía está con algunas partes en construcción, alberga a necesitados que vienen del campo. Tienen un granero de comida para las familias necesitadas. Están plantando nuevas iglesias en los pueblos aledaños y tienen muchos niños y jóvenes como participantes activos en la iglesia. Con un presupuesto pequeño y con 50 miembros, hacen muchas obras sociales que son mucho fruto y bendición para la comunidad en general.
A veces veo muchas iglesias en Estados Unidos que tienen edificios espectaculares y presupuestos enormes, pero no producen muchos frutos de misión y justicia en los barrios donde Dios les llamó. Que Dios nos ayude a expandir nuestra visión y que sigamos dando muchos frutos con la guía del Espíritu Santo (paracletos) que Jesús nos envió.
Jesús en su ministerio, muerte y resurrección, tuvo una visión saludable de la conexión recíproca entre la espiritualidad y el fruto práctico de vivir la fe en lo cotidiano.
Que las iglesias sigan siendo ramas de la vid verdadera para la gloria de Dios y así, comunidades de amor dando frutos de compasión con los más necesitados.
Notas
Roger L. Fredrikson, The Communicators Commentary:John (Waco: Word Books Publisher, 1985), 239. Traducido por el autor del comentario.
Esta segunda parte de la ilustración acerca de la vid se enfoca en los frutos de la fe. El v. 9 dice: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.” La única forma de dar mucho fruto es estar conectados a la vid. El versículo 12 dice: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.” Como en el capítulo 13, Jesús les vuelve a decir que se amen con el amor ágape. Reflexionando sobre la imagen de la vid y sus ramas, podemos decir que los frutos tienen que ser evidentes en la vida del creyente de manera individual y en comunidad. El amor ágape es la estructura de esta conexión. Cuanto más fuerte sea el amor ágape entre Jesús y los/as creyentes, más fuerte es el amor ágape entre los/as creyentes. Y más frutos de compasión y amor al prójimo se verán en la vida práctica de las personas creyentes. Note quien predique que no es una rama, sino que son muchas ramas, y eso implica el trabajo en conjunto y en comunidad. Pero todos/as los/as miembros de la comunidad somos sostenidos/as y nutridos/as por la vid que es Jesús.
El texto concluye con estas palabras en el v. 16: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto.” Roger Fredrickson, al analizar este versículo, explica: “La iniciativa es de Jesús. Jesús les ha llamado, entrenado y preparado para ir y dar mucho fruto… y estos discípulos se unirán a través de estos frutos y permanecerán a través del mundo.”1
Cuando estuve en mi año de misión en Perú en el año 2021, tuve la oportunidad de acompañar a una iglesia pequeña en Ayacucho. Es una congregación que habla quechua y todos los domingos recitan este texto de Juan 15:16 como su lema para compartir el amor de Dios con la comunidad. Todavía recuerdo como si fuera ayer la pasión con que adoraban a Dios y su deseo ferviente de dar mucho fruto en sus vidas y testimonio ante sus vecinos y personas de la comunidad. Esta iglesia, aunque tiene un edificio pequeño y todavía está con algunas partes en construcción, alberga a necesitados que vienen del campo. Tienen un granero de comida para las familias necesitadas. Están plantando nuevas iglesias en los pueblos aledaños y tienen muchos niños y jóvenes como participantes activos en la iglesia. Con un presupuesto pequeño y con 50 miembros, hacen muchas obras sociales que son mucho fruto y bendición para la comunidad en general.
A veces veo muchas iglesias en Estados Unidos que tienen edificios espectaculares y presupuestos enormes, pero no producen muchos frutos de misión y justicia en los barrios donde Dios les llamó. Que Dios nos ayude a expandir nuestra visión y que sigamos dando muchos frutos con la guía del Espíritu Santo (paracletos) que Jesús nos envió.
Jesús en su ministerio, muerte y resurrección, tuvo una visión saludable de la conexión recíproca entre la espiritualidad y el fruto práctico de vivir la fe en lo cotidiano.
Que las iglesias sigan siendo ramas de la vid verdadera para la gloria de Dios y así, comunidades de amor dando frutos de compasión con los más necesitados.
Notas